En este lunes cualquiera cuando vuelves al
trabajo (el que tiene la suerte de poder volver y no se lo pasa al sol o a la sombra
de un ordenador buscando empleo) en el que las horas pesan más que la mayor
losa imaginable y la monotonía de los quehaceres diarios te devuelven a la
rutina de un mes de octubre que está empezando a entristecer.
Hoy, más que nunca necesito un anestèsico,
una pequeña alegría que le devuelva un leve haz de luz a este día gris. Será
porque este fin de semana no ha habido liga y los éxitos de la selección, nos
gustan, nos alegran, pero no apasionan. Son el caramelo que te alivia el rato
cuando tienes ganas de comer algo dulce pero no saben igual. Hoy más que ningún
otro día, te necesito Atleti, para que me diviertas, me emociones, me
decepciones a ratos y me devuelvas la ilusión con alguna jugada magistral que a
pase de Turan cabecee Falcao para que todos cantemos gol, como el día de
Sporting (que bien suena un 4-0 a la orilla del
Manzanares).
Pero a nosotros, los aficionados rojiblancos, a veces no nos hace falta ni ganar, nos basta
con emocionarnos a ratos viendo el partido para haber disfrutado de una tarde
de fútbol que nos ha hecho desonectar de lo demás. Y si la suerte aparece, los pases
llegan y los goles deciden que esta tarde toca ir dentro de la portería,
saldremos del estadio con la sonrisa en la boca deseando llegar a casa para
explicarle a nuestra hija porqué somos del
Atleti al son de la canción de Sabina, qué manera de subir y
bajar de las nubes… Hoy echo de menos subir y bajar de las nubes para que éstas
me anestesien.
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